La cizaña

No me rebajo al nivel de los sepulcros blanqueados,
Al nivel de los lobos con piel de oveja…
De los “hermanos” infiltrados en nuestras mesas,
Llenas de manjares y vinos nuevos.

Los muchos llamados…
La cizaña escondida con el trigo,
Nos están golpeando con piedras teniendo pecado,
Olvidando que por juzgar… serán ellos también juzgados.

Comen del manjar y nunca se llenan,
Teniendo a Saúl como compadre,
Robándoles la paz por temor
A perder el perlado trono,
Envidiando la unción que otros tienen,
Afilándose sus espadas en la estupidez de la venganza.

Tenemos que seguir luchando,
No permitir que nos vacíen la copa
Los que hasta abrazos te dan
Diciéndote con tanto “amor”:
“Dios te bendiga.”

Con dignidad seguir adelante,
Pisar las serpientes de voz tan suave,
Bañándose con alabanzas personales
Y limpiándose con la toalla elocuente de la hipocresía.

En la humildad del árbol que tiene fruto,
Plantados junto a los ríos de agua viva,
El nos dará fuerzas como las del búfalo
Porque nunca nos bajamos
Al nivel de la cizaña.