Tapate la boca con la ceniza
De la rodilla herida en el desierto.
No la abras para nada
Cuando mueren tus camellos,
Cuando en tu casa la última palabra la tiene El,
Queriéndote probar en la burla de tus propios amigos.
Cuando las lagrimas te bautizan en el desierto
Y quieres oír la voz de tu zarza,
Pero…sientes que Dios te trata
Como al hijo de una hechicera,
¡No desesperes…espera como Ana!
Porque el Señor en esos momentos,
Te esta resanando las grietas de tu muro.
Espera en el horno querido hermano, hermana,
Como tú no te arrodillaste ante las piedras lisas del arroyo
Y no has llevado ofrendas al dios de Melec,
Tu mismo Dios verdadero te esta purificando como al oro,
Para que brilles como el campo lleno de trigo.
Cada herida, cada lagrima…cada suspiro,
Preparan para ti doble porción de riquezas,
¡No te preocupes por nada!
Encima de tus murallas
Dios ha puesto centinelas,
Tus enemigos nunca más beberán tu vino,
Tu mismo recogerás la cosecha,
Cantando alabanzas sabiendo que perteneces a la “ciudad deseada”.
¡Espera tranquilo en el horno!