La silla

No fabriques lugares altos
Para que tengas más altura espiritual
Poniéndote tacones teológicos de hasta treinta centímetros más,
Para que la gente te vea desde abajo,
Queriendo engañar a los que te rodean.

Se te va a secar la mano,
Por agarrar la silla que no te pertenece,
Queriendo robarle a Dios como Zafira,
Al que es dueño del oro y la plata.

Los perros se van a comer tu carne como a Jezabel,
Por querer seducir a los que si me buscan
Con la voluptuosidad de filosofías doctrinales
Maldiciendo a mi pueblo con “porquerías religiosas” Alberto Mottesi
Convenciéndolos, para sacrificar dentro de mis Templos
El veneno del áspid, queriendo secar el campo fértil.

Sin tener seguridad en Cristo,
Recibirán palizas como los hijos de Esceva,
Por querer sacar demonios,
En nombre del que no conocen…
Y sus pies no han sido lavados por El,
Por eso van a llorar en el dolor de los moretones sin vergüenza.

Con hambre de poder vaciaras la bolsa de Judas,
Quitándole las monedas del suicidio espiritual,
Colocándote tu mismo la soga golosa de traición,
Perdiendo con suspiros la silla…
Que quisiste ganar en el maratón dopándote con trampas.

¡Escúchenme hermanos queridos!
Si han sido engañados por el mismo enemigo
Vayan al odontólogo que se llama Cristo,
Para extraerles los dientes de lobo,
Transformándose en nuevos hijos de mi querido Padre,
Nacidos del cielo, teniendo sus nombres esculpidos
En el libro eterno.
¡No busquen sillas importantes!
Dejen que la unción los coloque en ellas.